viernes, 11 de marzo de 2011

Butifarra catalana

Por si las moscas el Barça...
y ¿porqué no el Villarreal?


Como un banco de pruebas. Vila-real. 2010.


Las cosas improvisadas pueden llegar a ser las mejores, aunque solo a veces, y no es esta una ocasión para esperar calidades al azar.

La vianda que se muestra aquí es experimental, por si hubiesen logros que celebrar, que nunca se sabe. No se dé el caso de que llegado el momento no fuese el manjar del gusto de los comensales. Que con ensayos todo saldrá mejor.

Las pruebas comenzaron en diciembre de 2010 y van por muy buen camino. El proveedor de este decamétrico embutido ya recibió la aprobación de los asiduos a la mesa televisiva del balompié, en varias ocasiones.

La hemos catado fresca y asada, seca y curada por vientos mediterráneos y guisada con excelentes habas de temporada. Solo nos falta probar con buena hogaza de payés y tomate pata negra, Raf, que se encuentra al querer en estas fechas.

Es como si ya lo estuviéramos celebrando. Cosa peligrosa lo de campanear con antelación, pero no hay que olvidar que no deja de ser mientras tanto: simple modo de subsistencia; aunque con excusa y la denominación de origen que le corresponde.

La alegoría fotográfica de la butifarra sobre una paella ni hace falta explicarla, es obvia. Podrían ser varias las farras conmemorativas, que una cosa es almuerzo matutino tertuliano y otra bien distinta almorzar formalmente al mediodía.

En cada jornada caben más momentos de necesidad alimentaria. Lo que comienza con buena butifarra bien puede continuar con arroces varios; y de estos, por aquí, sabemos bastante más que lo justo.

Como dijo La Trinca: "Un, dos, tres... botifarra de pagés" (y paellas veintitrés, si necesario fuera).